[Abril 2016]

Para la mayoría de los terrícolas pensar en luna de miel es sinónimo de un Resort todo incluido en el caribe y guatita al sol, pero para nosotros fue volver al lugar que nos unió hace 7 años atrás y que marcó nuestras vidas para siempre: El mágico desierto de San Pedro de Atacama.

Estábamos recién casados y llevábamos casi 3 años viajando a bordo de la “Piscola”, osea, desfinanciados a más no poder. Era impensable alojarnos en un Hotel por nuestros propios medios, pero como en el mundo aún existen personas generosas, recibimos el maravilloso regalo de bodas del Hotel Tulor: 3 noches de estadía en una amplia y luminosa habitación! Charáaaaan!

Llegamos super cansados después del matri, fueron varios días de trabajo previo y dormir poco, pero todo se pagó con estos días de descanso y relajo en el Hotel. La estadía incluyó un rico desayuno buffet por lo que teníamos que poner alarma para no perder la oportunidad! Jajaja. Como somos los dos buenos pa’ la pestaña era la única opción.

Después de esas 3 noches, tuvimos otro regalito de matrimonio de la Maca que es la fundadora de Atacama Loft. Alojamos en el primer loft que construyó con sus propias manos, utilizando cartones, latas, botellas de vidrio y adobe.

También puso un “Glamping” en el terreno y habilitó unos baños compartidos para las carpas. El lugar está buenísimo, ideal para desconectarse y admirar la vista al Licancabur y la Cordillera de los Andes.

 

Después nos fuimos a la casa de la Coté y Juanjo, amigos que conocimos en la época que vivimos en San Pedro, donde además recibimos a mi amigo “Reto” de visita desde Santiago y la luna de miel se transformó en grupal! Hicimos asados, nos juntamos con otros amigos y también trabajamos un par de días en los Proyectos de Diseño de trueque para ir pagando el matri.

Con el Reto hicimos varios paseos: fuimos al Valle de Guatin que cambió bastante después de la última crecida de río y ya no es tan verde como solía ser con sus abundantes colas de zorro que crecían en medio del río. Aun así, sigue siendo un lugar maravilloso y verde que contrasta con los tonos tierra del resto del desierto.

Luego nos internamos en el Altiplano, a 3,5 horas de San Pedro hacia el sur-este, haciendo una primera parada en el pueblo de Socaire para encargar papas moradas, típicas de esta zona.

Más adelante, casi en la frontera con Argentina, visitamos la Laguna Tuyaito que en un futuro no muy lejano se convertirá en Salar.

Y terminamos el día en el Salar de Aguas Calientes, un paraíso multicolor a 4200 msnm que es uno de nuestros lugares favoritos de los alrededores de San Pedro.

 

El viento no paró y en la noche la temperatura llegó a -15°C. Pero no importa, prendemos dos quemadores a modo de calefacción por 10 minutos, nos acostamos bien tapados y buenas noches!

También visitamos otro rincón favorito: el Vado de Putana, rumbo al Tatio. En el camino fueron apareciendo las llamas, vicuñas y flamencos en medio de los humedales y paisajes que nos sacan de este mundo.

Encontramos un lugar cerca del río y refugiado del viento para pasar la noche. Nuevamente hacía mucho frío. Al día siguiente nuestra querida Piscola no quería prender! Vic puso la cocinilla a gas abajo del cárter por 30 minutos y no pasaba nada. La Piscola estaba literalmente congelada! Luego armó una muralla de piedras alrededor de la camioneta para tapar el viento, y nada… Finalmente tomó la decisión de prender la parrilla. Sí, hizo un fuego con carbón debajo de la camioneta! Y después de 4 horas de intento y mucho olor a asado, logró echar a andar la camio!

Nos despedimos de nuestro querido desierto, al que sabemos volveremos a visitar más pronto que tarde. Ahora nos vamos en búsqueda de aire marino, olas y pescados!