[Nov/Dic 2014]
Sabíamos poco y nada de este pequeño país arrinconado entre México, Guatemala y el mar caribe, por lo tanto estábamos bien curiosos de lo que pudiéramos encontrar. Algo habíamos leído y se notaba interesante, pero encuentros con algunos viajeros, días antes de la entrada a Belice, nos dejaron algo nerviosos e intimidados: “Nos sentimos inseguros y observados”, “El cruce en la frontera fue horrible”, “No se puede dormir en un parque así tan tranquilos como acá (en Bacalar, México)”.
Esas fueron las experiencias de nuestros nuevos amigos al atravesar el país en 2 o 3 días, pero abrimos nuestra mente y pensamos que a cada uno le toca distinto. Vamos a seguir utilizando nuestra “técnica de seguridad” que hemos usado estos últimos 8 meses en México (llámese hablar con la gente local), la que nos resultó bastante bien y no tuvimos ningún problema.
El paso por la frontera siempre nos pone un poco nerviosos. A pesar de que no tenemos nada que esconder y los papeles están al día, nos inunda esa sensación de no saber cómo será el oficial que te va a atender. Pa’ peor, este paso fronterizo es bien feo, está como en un peladero, con edificios a medio construir, medio desordenado todo y ahí estábamos nosotros. Bien pinteados (Vic de camisa y yo de vestido) como solemos arreglarnos para los cruces y al parecer la técnica funciona, porque el oficial fue súper amable y al saber que la camioneta anda con aceite vegetal reciclado hasta sonrió!
Un par de días antes de cruzar a Belice, contactamos por CouchSuring a Scott, un gringo que lleva 10 años viviendo en un pueblo cercano a la frontera con México, en el distrito de Corozal. No nos podía recibir en su casa porque estaba con visitas, pero quedamos en juntarnos en Copper Bank el que fue nuestro primer destino en este país.
Entramos por la ciudad de Corozal, donde lo primero que te encuentras es diversidad: menonitas alemanes bien rubios y vestidos de granjeros, descendientes africanos, garífunas del caribe, mayas, mestizos y por supuesto no podían faltar los chinos. También se ven los letreros en la carretera que hablan de millas/hora y además kilómetros/hora…
Para llegar a Copper Bank tuvimos que cruzar un río en un ferry bien particular. Era manejado por 2 operadores que giraban unas manillas las que movían unas cadenas que nos acercaban hacia el otro lado. Nunca habíamos visto algo así! Uno de los operadores nos contaba que hacía unos 200 viajes al día… imagínense los brazos de ese hombre!!!
Al llegar a Copper Bank fuimos a una tienda a comprar algo de fruta y verdura y nos dimos cuenta que la gente acá habla español! Pensábamos que todos hablaban inglés, pero no es así. Al ser un país tan mezclado se habla español, inglés, garífuna, criollo (que es como un inglés cortado que no se entiende nada), maya, alemán y mandarín.
Scott nos recibió con un par de chelas Belikin (la única cerveza local), un plato de arroz con frijoles y pollo que es el plato nacional y nos presentó a su amigo Harold con quien salimos a caminar alrededor del pueblo (que es bien, pero bien chico) para elegir un lugar donde quedarnos. Harold nos comentaba que todos se conocen en Copper Bank, que es súper tranquilo y que no pasa nada, tanto así que hasta no hay policías!
Dos días después nos dirigimos hacia Crooked Tree que es una Reserva Natural donde se pueden observar muchas aves. En el camino pasamos por Orange Walk que es un pueblo de 16.000 habitantes, que da la sensación de que se quedó en el pasado. Visitamos el mercado donde nuevamente hablan español e inglés y se ven muchos menonitas vendiendo vegetales en sus camionetas.
Llegamos a Crooked Tree directo al Centro de Visitantes (BZ$8) y el guarda parques nos dio un mapa de los senderos para el avistamiento de aves. También nos indicó 3 lugares donde podíamos acampar y optamos por el Camping Jacana Inn (BZ$10) que queda en la orilla del lago. Decidimos quedarnos dos noches porque el lugar estaba demasiado lindo y tranquilo.
El domingo en la mañana partimos rumbo a Dangriga, un pueblo garífuna en la costa. Tomamos la “Coastal Highway” que de coastal (costera) y de highway (autopista) no tenía mucho. Era más bien un camino de tierra rojiza con la selva verde y unos cerros locos que nos rodeaba. No podíamos ir a más de 40 kms/hr porque estaba llena de hoyos, pero no nos importó porque lo que más tenemos es tiempo y el camino estaba tan lindo que lo terminamos disfrutando.
Llegamos a Dangriga ese domingo, esperando encontrar a la gente local tocando tambores que tanto hemos oído hablar, pero no fu así. Estaba completamente muerto y además era bien feo el pueblo. Decidimos continuar al sur rumbo a Hopkins, otro pueblo garífuna costero, mucho más pequeño y turístico que Dangriga y donde encontramos un ambiente mucho más acogedor. Acá nos quedamos.
Hablamos con los dueños del restorán “Luba Laruga” para saber si era tranquilo para acampar en la playa y nos dijeron que ahí no pasaba nada, que muchos viajeros como nosotros estacionan en el mismo lugar.
Si bien la playa no es tan linda como en Tulum y los días estuvieron bien lluviosos, este lugar tuvo algo que nos retuvo por 4 días. La amabilidad de su gente, la curiosidad e ingenuidad de los niños que nos visitaban y una atmósfera de tranquilidad y relajo que siempre es bienvenida.
Luego visitamos “Cockscomb Basin”, la Reserva del Jaguar (Entrada BZ$10, Camping BZ$20 p/p), donde es sabido que es muy difícil encontrarse con uno ya que esquivan a la gente y andan más bien de noche. De todas formas fuimos a estirar las piernas y hacer algunas caminatas con lluvia y todo.
A pesar de que sabíamos lo difícil de ver un jaguar, mientras caminábamos íbamos atentos mirando para todos lados a ver si aparecía uno y de repente sentimos que algo grande salta en las ramas sobre nuestras cabezas. El corazón casi se me salió por la boca y entré en pánico. No alcanzamos a ver qué era, quizás fue un ave, quizás un mono, quizás el esperado jaguar… nos quedamos para siempre con la duda, pero me di cuenta que si me hubiese encontrado con un jaguar de frente me hubiese recagado de susto!
Dejamos la Reserva medios decepcionados sintiendo que esperábamos más de este lugar y los dos estuvimos de acuerdo en que no valió mucho la pena la visita ni el gasto.
Continuamos rumbo a Belmopán, la capital, por la “Hummingbird Hihgway” que es bien bonita, tiene lindos paisajes y se vive la diversidad de Belice a cada kilómetro. Al llegar a la ciudad no hicimos más que comprar aceite para el motor que estaba a buen precio y seguimos rumbo a San Ignacio que está casi en la frontera con Guatemala.
Visitamos el Centro de Informaciones donde descubrimos que los atractivos de esa zona están pensados para los gringos (ATM Caves USD$80 por persona, por ejemplo), buscamos a los Bomberos para pedirles espacio para acampar y al día siguiente dejamos este país después de haberlo recorrido por 10 días.
Nos gustó mucho haber pasado por Belice y haber vivido nuestra propia experiencia la que fue más bien positiva que negativa. En ningún momento nos sentimos intimidados o inseguros y descubrimos que en general, no es tan caro como también nos habían comentado. No visitamos las islas que son famosas por sus arenas blancas y calidad de snorkel y buceo porque se alejaba de nuestro presupuesto y no queríamos abandonar a Piscola en Belice City que dicen no es muy segura. En definitiva, Belice fue una muy grata sorpresa!
Pingback: Guatemala, cultura viva! | Upa Chalupa·
Hi you two! Glad to see that you are doing so very well on your very long trip and I know that you’re enjoying almost every minute of it. Please take care and look forward to reading the next instalment. Love you both. Val
Hi Val! How are you doing!? Thanks for reading us 🙂 Yes, we are enjoying every minute of this very long trip!! A big hug for you and Al!
Qué interesante! No tenía idea de que en Belice había tanta diversidad… gracias por los buenos datos! 🙂
Sí, es un país bien loco! Vale la pena ir a darse una vuelta 😉 Nos vemos muy pronto!!