Hace tiempo ya que veníamos con las ganas de caminar. Nos gusta mucho hacer trekking en parques solitarios, sin mucha gente ruidosa, teniendo todo el lugar para nosotros! Pero esta vez, era diferente…
Estamos en Yukon, Canadá, territorio de osos negros y grizzlies, que si bien no suelen atacar a las personas, uno debe ser muy cuidadoso si te llegas a encontrar a uno de ellos… o peor!, a la mamá con sus hijitos!!! Es por eso que preferíamos hacer la caminata con una pareja más, por lo menos.
Antes de visitar el Parque Nacional Kluane, fuimos a la oficina de informaciones de Haines Junction, que es espectacular! En general estas oficinas en Canadá son bien buenas, tienen muchísimos catálogos y mapas gratuitos, pero ésta les ganó a todas! Tienen un sector específico para Parks Canada y la gente interesada en hacer trekking se puede dirigir allá y pedir mapas e información más específica.
Nosotros estuvimos 2 horas y media! Hasta nos mostraron un video (medio ochentero) del comportamiento de los osos y cómo reaccionar frente a un encuentro. Quedamos mucho más tranquilos y claros y nos decidimos por caminar el “Cottonwood Trail”, pero sólo una parte, ya que es un loop de 85 kms. que requiere caminar 5 días y hacer dedo en la carretera para volver a nuestra camioneta.
Por ser primera caminata del año y además andamos medios flojos, optamos por caminar desde Kathleen Lake hasta Louise Lake (16,5 kms), acampar esa noche ahí y al día siguiente volver por el mismo camino.
La chica de Parks Canada nos dijo que era una caminata bastante plana y fácil, por lo que calculamos nos tomaría unas 5 horas. Revisamos cómo estaría el tiempo para esos 2 días y se veía bastante bien, pero acá en Yukon… nunca se sabe!
Partimos caminando el jueves a las 10 de la mañana, nublado y chispeando… ja! No les dije que estamos en Yukon!? Nos pusimos nuestras polainas, chaqueta contra agua, cubremochilas y listo!
Desde que nos separamos de la camio nos fuimos conversando, aplaudiendo y tocando un silbato para “avisarle” a los osos que un par de humanos andaban por ahí. Por precaución, además llevamos un spray anti-osos (que los espanta), un cuchillo y un hacha (que en el peor de los casos, habría que usarlos).
El camino bordea el Lago Kathleen en un sube y baja cerrito que nos cansó bastante rápido. La verdad es que estábamos bieeeen oxidados y no estamos acostumbrados a caminar con mucho peso en los hombros. No llevábamos ni 1 hora y ya estábamos alegando de tanta subida, “que no era plana y fácil la cosa?”, que me duelen los hombros…
Hicimos un par de paradas cortas para tomar agua, comer algo y tomar un par de fotos, porque había mucho viento y nos enfriábamos rápido.
Las vistas a la ida no se apreciaban muy bien por las nubes y el día gris que nos tocó, pero pensamos positivo en que “mañana será mejor”! y lo tomamos como un calentamiento de inicio de temporada 🙂
Seguimos aplaudiendo, tocando el silbato y conversando. Nunca pensamos que esa adrenalina y el estar tan pendientes de los osos nos iba a desgastar tanto. Sabemos que las probabilidades de que te ataque un oso son menores de las que te caiga un rayo, pero aun así el nervio te inunda el cuerpo y no dejas de pensar en eso hora tras hora…
Nos encontramos con un grupo que venía de vuelta del campamento en Louise Lake. Lo primero que les preguntamos fue: “han visto osos???” y nos dijeron que no, sólo muchas señales (huellas, rasguños en los árboles, caca…) pero no osos. Eso nos alivió un poco y seguimos hacia Goat Creek, un pequeño río de aguas muy frías que tendremos que cruzar para seguir avanzando hacia Louise Lake.
Sube cerrito, baja cerrito, sube, baja, alegamos, nos quejamos, estamos cansados. Bordeamos el lago por las piedras, salen unos rayos de sol que iluminan el agua y aparecen distintos colores que nos hacen recordar porqué nos gusta tanto el sol, la luz y salir a caminar! Una maravilla de paisaje que nos dio un poco más de energía para seguir!
Llegamos a Goat Creek! Es hora de sacarse los bototos y calcetines, sacarse la parte de abajo de los pantalones, ponerse otras zapatillas y cruzar el río! Al parecer nos tocó un buen día para cruzar, no había mucha corriente y no estaba tan profundo. Congelado… eso sí que sí!!!! La chica de Parks Canada nos comentó que a ella le tomó 2 horas cruzar una vez! Y eso que el río debe medir unos 6 metros de ancho, nada más…
Estamos a mitad de camino! Vemos el reloj y nos dimos cuenta que ya llevábamos 4 horas! Será que miramos en menos los 16,5 kms? O será que estamos fofos y en pésimo estado físico??? Yo creo que una combinación de las dos!!!
Por otro lado, nos duelen mucho los hombros por el peso que llevamos y las mochilas pencas que tenemos no están hechas para esto. Tirábamos la talla y decíamos que nuestras mochilas son para salir de la casa, tomarse el metro, bajarse, tomarse el bus y llegar al destino. No son para caminar 33 kms!!! Buaaaaa, ánimo, que aún nos queda un buen rato…
Aplaude, grita, conversa, toca el silbato. Seguimos haciendo notar nuestra presencia.
Vamos caminando por la playa de piedras y de repente se nos pierde la huella. Frente a nosotros hay un derrumbe que llega hasta el lago… Habremos tomado mal el camino? Esto no tiene cara de ser la ruta… Nos devolvemos? Cuánto más? Hasta dónde? Decidimos seguir caminando un rato más y ver qué hay al otro lado del derrumbe.
Efectivamente, ahí sigue el camino! Estábamos bien! Qué alivio!!! Ese derrumbe debe haber sido relativamente nuevo, porque no había rastro de otras personas que hayan pasado por ahí.
Esta es una de las cosas negativas que notamos de este trekking: mala señalética (casi nula), el mapa y las explicaciones que nos dieron son bastante confusos y el camino está medianamente mantenido. Para nosotros que salimos sin GPS nos fue necesario tener un poco más de información en la ruta.
Seguimos bordeando el lago hasta que nos internamos en el bosque por un camino que debió haber sido minero. Seguimos viendo señales de osos… Aplaude, grita, conversa, toca el silbato.
Después de 2 horas llegamos al siguiente riachuelo, mucho más angosto y menos profundo. Miramos nuestro mapa (de difícil lectura) y calculamos de nuevo cuánto nos podría faltar para llegar al campamento. Deben ser como 4,5 kilómetros, “vamos, una horita más!”. Ya son las 4 de la tarde, tenemos hambre y estamos con los hombros “hechos bolsa” (en el buen chileno… pa’ la cagá!).
Este último trayecto es bastante plano y se atraviesa el bosque con pastos altos, como de 80 cms. Nos imaginábamos perfectamente a un oso por ahí… Aplaude, grita, conversa, toca el silbato.
Finalmente llegamos a una zona abierta cerca de Victoria Creek y más allá está Louise Lake. Parece que llegamos, pero esto no parece sector de Camping ni tampoco hay rastros de fogata o carpas, o pisadas en la arena. Miramos de nuevo el complejo mapa, leemos las explicaciones y efectivamente, habíamos llegado a la “meta” y ya eran las 5 de la tarde!
Buscamos un buen sitio para armar la carpa, entre medio de las piedras, arena y plantas y “triangulamos” nuestra zona, lo que significa que a 50 metros de la carpa tendremos el sector donde cocinaremos y comeremos y en otros 50 metros (formando un triángulo) será el lugar donde dejaremos la comida (en el contenedor anti-osos entregado por Parks Canada), ropa, mochilas, zapatos, etc…
Yo estaba reventada, caí al lado de la carpa y me puse a elongar. Justo salió el sol y corría un poco de viento. La tarde estaba maravillosa y la luz ideal para tomar fotos. Estábamos rodeados de cerros multicolor, pastos y al fondo el lago. Vic, aún con energía, armó el sector de cocina, un lugar para el fuego y un cerco alrededor de la carpa (por si se nos acerca un oso, así lo escuchamos).
Nos comimos los sándwich de almuerzo (ojo que ya eran las 6 de la tarde), ordenamos nuestras cosas, más tarde cocinamos (noodles) y finalmente como a las 9:30 nos fuimos a dormir (aun con sol!!).
Al día siguiente, un poco antes de las 8 de la mañana, como milagro Vic ya estaba despierto con sus ojos bien abiertos, listo para empezar un nuevo día! Qué le pasa??? Siempre es él el que se da 10 vueltas en la cama antes de levantarse!!!
El día estaba raro, la mitad del cielo con sol (justo hacia donde tenemos que caminar) y la otra mitad con unas nubes medias moradas, de esas que uno dice… “se viene lluvia…”
Fuimos al río a buscar agua para el café y para llevar para la vuelta. Ordenamos todo, dejamos el lugar tal como lo encontramos (acá le llaman “leave no trace”), nos armamos unos “colchoncitos” para los hombros con polerones y partimos de regreso. Por lo menos ya sabemos que se vienen otras 7 horas de caminata y no 5 como pensábamos el día anterior…
Hicimos varias paradas más para tomar fotos y descansar. El cuerpo nos recordó que ya no tenemos 20 años y que hay que ser constante con el ejercicio para disfrutarlo de verdad.
Hoy la conversación fue más fluida (ayer hablábamos puras tonteras sólo para meter ruido), aplaudimos y tocamos menos el silbato.
Pensamos en hacer 3 paradas para reponernos, pero al final fueron bastante más que 3. Los polerones-colchón que llevábamos en los hombros ayudaban, pero la molestia aún estaba ahí.
El final del trekking se nos hizo largo. En un punto estábamos viendo la vista y Vic dice: “Nos debe quedar como media hora, yo creo que estamos llegando”… y yo le dije que mirara hacia al frente, “esas casitas que se ven allá… ese es el refugio, para allá vamos. Yo creo que serán un par de horas más!”
Vamos que se puede!, nos dimos ánimo y seguimos caminando. Cuando llegamos a la bifurcación que marca la subida a “King’s Throne” (otro trekking) nos alegramos mucho y recargamos las pilas, porque desde ahí en media hora estamos en la camio!
Apuramos el ritmo, Vic cantaba y me alentaba: “último esfuerzo, ya no queda nada!”
Para cerrar nuestra caminata, aparece un águila volando sobre nosotros, planeando con sus gigantescas alas, buscando a su próxima presa. Qué lindo! Ese fue un regalo, un premio al esfuerzo 🙂
Como conclusión, este trekking fue un tirón de orejas y un buen aprendizaje. Una cosa es tener las ganas y otra cosa tener la capacidad. Fue un buen calentamiento de todas formas para las caminatas que se vienen ahora que cruzamos a Alaska y el resto de América!
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Preciosas las fotos, lindo el recorrido, pero opino igual que Eli: ¿Podrían alejarse un poquito mas de los osos porfa??????. (otra mamá preocupada)
Si madre, tranqui que ya nos vamos alejando de estas tierras! Un besito!
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Carola, me tuviste tensa todo el rato mientras leía, ya veía que se les aparecía un oso o que se perdían en el camino…jajajjaj
un abrazo y me alegro que lo estén pasando tan bien! besos!
Gracias Cota! Salió todo bien!!! 😀 Un abrazo para ti también!
grande sister y Vic!!! aperradisimos!! Y para variar, unas fotos espectaculares!!!!
Es la única forma de salir a conocer por acá! Gracias sis! Te quiero!!!
Hermosos paisajes ,linda narrativa, pero terriblemente estresante para mí.,con suspenso y todo!!!! terror de pensar en que en cualquier momento les iba a aparecer un oso!!!!Feliz de saber que todo salió bien. ¿Podrían ir a acampar a un lugar donde el río fluya ,los pájaros cantan y no hay que andar con un hacha????? ( madre)
mamita linda.
Las posibilidades que te ataque un oso son menores a que te caiga un rayo. En norteamerica solo mueren 3 personas al año por ataques de oso y generalmente es por desinformacion de como convivir con estos animales.
Nos hemos informado y leido mucho al respecto, al principio estabamos muy preocupados, pero hemos ido aprendiendo que siendo precavidos y tomando las medidas necesarias no hay de que preocuparse.
Duerma tranquila nomas!
Un besito de tu hijo que te quiere mucho
Prima, es que el libro que veo con tus fotos será un hit. Se pasaron!
Waaaa, gracias Cata! De repente sale un librito!! Vamos a ver… hay tantas ideas y proyectos 🙂 Lo sumaremos a la lista!!! Un besote!!!
Que genial… es una aventura constante su vida. Fotos espectaculares Un me gusta al cubo!!
😀 Gracias Jose!
sapbe!