[Diciembre 2015 – Enero 2016]
Al hablar de Perú se nos viene rápidamente a la cabeza Macchu Picchu y Pisco Sour, pero para nosotros, el paso por Perú, fue mucho más que eso.
Cruzamos desde Ecuador por la frontera costera, entrando a un pueblito no muy agraciado llamado Tumbes, lleno de tuc-tucs y medio caótico, pero lo lindo fue llegar a Zorritos! Un paraíso que nos acogió por 2 largas semanas…
Pero, y qué hay en Zorritos? La verdad es que no mucho y eso fue lo que nos gustó. Nos bastó con quedarnos en Swiss Wassi, un camping frente al mar, con la maravillosa atención de su dueña Melba con la que después de una conversación, acordamos un trueque espectacular: Ella necesitaba un sitio web en varios idiomas para su Hospedaje y nosotros lo canjeamos por estadía, desayuno, almuerzo, cena, cervezas, pisco sour y un día de langostas!! Todos felices!
Estuvimos 15 días compartiendo con Melba, que es peruana, pero se enamoró de un suizo que se la llevó a Europa por 30 años para luego volver a Perú en búsqueda del sol, el mar y la tranquilidad de Zorritos. Para nosotros no fue fácil dejar ese rinconcito, pero el viaje debe continuar…
Seguimos rumbo al sur pasando rápidamente por Máncora y paramos un par de días en otro lugar desconocido llamado Colán. De nuevo, qué hay en Colán? No mucho… pero teníamos que arreglar el techo de la camper porque nuevamente estábamos con gotera y como Colán queda en la costa, nos aseguramos de buen clima para que se seque la pintura.
Buscamos un lugar donde acampar en la playa, pero todo el frente era privado y no encontramos acceso. Paramos en un almacén-pizzería y le preguntamos al dueño dónde se le ocurría que podríamos pasar un par de noches y él amablemente nos dejó estacionar al lado de su local “El gauchito de Colán”.

Acá con los chicos de «La Educación en Movimiento» que conocimos en Colán y acampamos juntos en el estacionamiento del Gauchito.
¿Gauchito? Sí, un argentino que llegó a Perú por trabajo y nunca más volvió a su tierra natal. Y como todo buen argentino, por más que llevara más de 40 años viviendo fuera de su país, mantiene su acento y el “ché boludo”… impresionante, no?
Dejamos la costa para aproximarnos al Amazonas, la selva que hemos querido conocer desde que estábamos en Venezuela, pero entre una cosa y otra no hemos podido lograrlo.
Quinientos kilómetros más adelante y después de un pinchazo de neumático bien feo, llegamos a Cuispes, un pequeño pueblito en la punta de un cerro, rodeado de vegetación y cascadas: un lugar ideal para hacer trekking!

Un pinchazo que no pudimos evitar. Hubo un derrumbe en el camino y venía un camión en contra… de las malas sorpresas 😦
Avanzamos un poco más hacia el sur y camino a las ruinas de Kuelap, pasamos a retirar aceite vegetal quemado al Gocta Lodge que nos había guardado un bidoncito. Conocimos a Lluis, el catalán dueño de esta cadena y nos recibió mostrando mucho interés en nuestro viaje y el uso de combustible alternativo.
El lugar nos dejó sin palabras… las fotos hablan por sí solas:
Lluis nos ayudó también a planear la ruta y nos informó que el puente hacia Cajamarca (donde nos dirigíamos) estaba cortado por derrumbes. Sí, es época de lluvias en las montañas y nos advirtieron que esto podía suceder. “Y cómo lo hacemos?, queremos ir a la Cordillera Blanca!” Mala fecha elegimos. Los caminos son angostos, de tierra, con curvas y varios están cortados.
De todas formas visitamos las ruinas de Kuelap, una ciudad amurallada de la cultura Chachapoyas (s. VI DC) que queda en la punta de otro cerro, con un camino para llegar del terror (pero con lindas vistas), que definitivamente valió la pena la visita!
Tuvimos que tomar una decisión de la ruta a seguir y optamos por lo sano: irnos por la ceja del Amazonas hacia Tarapoto y tomar la ruta directa al sur, sin pasar por Huaraz y la Cordillera Blanca (Tenemos pretexto para volver!!).

Tuvimos que evitar el paso por Cajamarca hacia Huaraz por derrumbes y nos dimos la vuelta larga por Tarapoto.
Resultó ser que en la ciudad de Tarapoto, Lluis tiene otro Lodge, el Puma Rinri y amablemente nos invitó a pasar la Navidad, todo incluido… como de no creerlo, tremendo regalo! La cena de Navidad era un buffet donde además de pavo relleno había unos “paquetitos” de hoja de plátano que en su interior tenía un guiso exquisito. Comida típica amazónica.
Lluis nos contactó con un par de conocidos que tienen restoranes en Tarapoto para buscar aceite vegetal quemado y nos fue increíblemente bien! Conseguimos 300 litros y más. Era tanto que no nos cabía en la camper!! Filtramos ahí mismo en el Puma Rinri para, al día siguiente, continuar rumbo al sur con destino Lima, más de 1000 kms. más allá.
Con Vic concluimos que la ruta era preciosa, el paisaje fue variando a medida que avanzábamos, pero los pueblos que pasábamos estaban como a medio construir. Eso ayudó a que nos moviéramos más rápido, pero a la vez fue agotador. Manejar varias horas, buscar donde dormir, levanta techo, baja techo, manejar, volver a buscar lugar, sube, baja y vuelta otra vez por 4 días.

Entrando al pueblo minero de La Oroya
El último día, desde el pueblo minero de La Oroya hasta Lima, fue una cuesta de 186 kms. donde atravesamos el paso de Antícona, uno de los más altos del mundo: 4818 msnm para luego llegar a Lima, al nivel del mar, donde nos recibiría Heraldo y Sara, una pareja argentino-peruana que nos escribió por Facebook para invitarnos a su casa a compartir y además nos estaba guardando aceite vegetal quemado para la Piscola.
Pasamos 5 días con los chicos, descansamos bastante y nos invitaron a pasar el año nuevo con ellos y sus amigos asando un chancho a la cruz. Heraldo y Sara hacen pan y masas de pizza (profesionales) y venden a restoranes y tiendas del sector donde viven en Cieneguilla, que es una mezcla entre el Cajón del Maipo y Pirque. Viven tranquilos y pueden disfrutar a su hijito Santi todo el día.
Los chicos morían por salir y los convencimos para que nos acompañaran al Parque Nacional Paracas que queda 4 horas al sur de Lima y nos impresionó! Algunas fotos para que vean por qué:
Dejamos Paracas con ganas de más, pero nos salieron unos trabajos de diseño (lo que es muy bueno) por lo que tuvimos que buscar un alojamiento con wifi (y ducha!) para poder trabajar. Como el alojamiento en Paracas era medio caro, decidimos avanzar hacia Nazca donde conseguimos un mejor precio y en un lugar super rico, tranquilo y con piscina!!
Intentamos hacer trueque con agencias que vuelan sobre las líneas de Nazca y fue imposible. Sólo una contestó y no estaban operativos, pero Gisella, una de las socias, nos invitó a cenar para conocernos y mostrarnos algo de la ciudad de Nazca.
Los siguientes 600 kilómetros hacia Arequipa fueron a través del desierto, con mucho calor, arena, viento caliente y problemas con la transmisión de la camioneta. Conectábamos el scanner que nos regaló RiffRaff, borrábamos el código, avanzábamos 3 minutos y volvía a haber problemas. Esos 600 kms. se hicieron eternos, pero no podíamos hacer mucho más. Vic necesitaba un lugar cómodo para averiguar qué podía hacer por lo que teníamos que llegar a Arequipa.
Llegamos a un Hostal en el centro de la ciudad que tenía un estacionamiento bien amplio y habilitaron baños con ducha y un lavadero en el patio, un buen lugar para parar a trabajar en la camioneta y en las pegas.
Estuvimos 5 días, recorrimos algo de Arequipa, buscamos aceite en varios restoranes y analizamos cuál sería el siguiente destino: Bolivia por el lago Titicaca o irnos directo a Chile. Miramos nuestros neumáticos y por seguridad decidimos lo segundo.
Son 420 kms. hasta Arica y quisimos hacerlo de una. El paisaje es monótono, sigue siendo puro desierto, hace calor y el fuerte viento levanta la arena, no daban ganas de parar… hasta que PUUUUM!!
El pavimento estaba hirviendo, ya llevábamos 7 horas manejando y el neumático trasero del piloto explotó!!! Por suerte era una recta, no venía nadie adelante, atrás ni en contra y además había berma! (cosa no muy común en las carreteras de Latinoamérica).
Vic logró mantener el control de la Piscola y nos orillamos. Yo tiritaba. Nos bajamos y abrazamos. “Estamos bien, no nos pasó nada, pero pudo haber sido terrible…”
Estábamos a 30 kms de la frontera, muy cerca de nuestra ansiada llegada a Chile después de 2 años y medio recorriendo el continente desde Alaska. Tomamos fuerzas, Vic cambió el neumático, disminuimos la velocidad y dejamos Perú atrás con un susto y tirón de orejas que jamás podremos olvidar. Chile y la recta final de este sueño está a la vuelta de la esquina!
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Hermosas fotos chicos! Tremendos lugares! Estaremos esperando el proximo relato, saludos!
Gracias Pablo! Cómo van ustedes? Qué tal el sur?? Saludos a los dos!
GENIAL, GENIAL Y GENIAL!!
Me encanta seguirlos y conocer con uds. me impresiona la cantidad de gente amable que todavia hay en este mundo tan loco que nos hace andar muy desconfiados con la gente amable!
Que genial el scanner, una ayuda increible!!
MAS, MAS por favor!!
Muchos besos y que bueno que no pasó nada con el pinchazo!
Gracias Lore por tanta barra! jajaja… pronto se viene la llegada a Chile! Vamos lentos con el Blog, pero de apoco retomando. Abrazos!
Caro y Victor,
Estoy sumamente feliz de ver todo Lo que han viajado durante este transcurso del viaje. Es una maravilla ver esos paisajes y la gente que han conocido. Mil gracias por compartir estos momentos! Un gran abrazo a la distancia 🐥🐥
Carinos, Josy
Josy!! Muchas gracias por tu mensaje! Nosotros también disfrutamos con su «vida de viaje». Más abrazos para ustedes también!
buenísimo relato!!!! preciosos lugares!!! tremendos pinchazos!!!
besos grandes a los dos!
seguimos esperándolos en Valdivia
Amiga querida, gracias por leernos… ya vamos para allá! Tipín septiembre lo más probable 🙂 Un abrazo!!